Alfredo Cáliz

Alfredo Cáliz

Fotógrafo de personas,
lugares y cosas
“Si viviésemos en jardines, no habría sido posible la religión. Su ausencia nos ha empujado a anhelar el paraíso. El espacio sin flores ni árboles impele a los ojos a mirar al cielo y recuerda a los mortales que su primer antepasado hizo un breve alto en la eternidad y descansó fugazmente a la sombra de los árboles. La historia es la negación del jardín.”
 
Fragmento de: Emil Cioran. “Breviario De Los Vencidos”
Aquí les traigo la historia de un parque. Un lugar de sobra conocido por todos ustedes y que difícilmente les sorprenda. Una cosa más que ha dejado de sorprenderles. Por cierto, ¿a usted qué le sorprende?, ¿a usted le habla su cuerpo y le dice cosas?, ¿camina usted encogido?. No siempre, ¿verdad? . Ir por la vida pensando en lo nuestro está bien, pero hay una diferencia entre eso y andar atento a lo de afuera. Si al levantar la vista descubre que tiene un gran árbol frente a sus ojos, no se asuste, es inofensivo, sólo agita sus brazos cuando obedece al viento. Hace siglos que éstos seres vivos decidieron no hacernos daño. Es sólo un árbol y está ahí para que usted lo mire. Espero que aún no se haya convertido en uno de esos seres que no distingue la belleza del horror.
 
Un pájaro es bello. Hay que mirar a los pájaros, ayuda a envejecer. Una autopista es útil pero yo no diría que es bella. Ya sé que puede llegar a serlo, desde el aire, en una lectura abstracta del paisaje que lo reduzca a líneas. Más bien es funcional. Y lo funcional está bien, nos ayuda a avanzar, como especie digo. Sin embargo lo bello es diferente. Lo bello nos ayuda a crecer, como especie me refiero también. Nos eleva más allá de nuestros pensamientos, los cotidianos, los del rumiar incesante de nuestra terca cabeza, pero sobre todo nos hace pensar en lo minúsculo, lo irrelevante que somos. 
 
Por eso le he puesto delante estas fotografías. Para que le alivien en esta mañana y aún más importante para que le hagan sentir que no está usted solo. Y que hay gente que son como usted y a la que  le gusta descansar bajo un árbol en Maputo, besarse en una ciudad de provincias boliviana o  mojarse las manos en una fuente. Este es el parque que le propongo contemplar. El que sortea las autopistas de lo útil y se despliega ante usted como una infinita alfombra verde donde sucede la vida. La que todos deseamos al margen de nuestros progresos como especie. El verde  sólo es un escenario. Mire usted a las personas y reconózcase en ellas, son sus pares. Si aún no lo ve claro. Tome la silla más cómoda que tenga en su salón, si es que usted tiene salón, observe y piense. ¿Para qué sirve un parque?.